Mi orgullo personal!

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jueves, 12 de marzo de 2009

El conflicto con los hermanos chilenos y la actuación de Francisco Rivero

Todo el mundo sabía que de un momento a otro, la cosa llegaría a mayores y lamentaríamos mucho tiempo haber metido las manos en las armas.
Cierta mañana, cuando el sol apenas salía detrás del monte tupido del Parque Pereyra Iraola, el profesor Rivero llegó a la escuela. Venía con su viejo Falcon borra vino y sobre el techo tenía una carga gigantezca.
En todas las goteras del techo había colocadas antenas, Cortas, largas, redondas, negras, de acero, de fibra de vidrio, etc. Detrás en el baúl, dos bases magnéticas portaban también sendas antenitas.
Debajo del logo Ford, un resorte muy fuerte sostenía un trozo de aluminio y posteriormente un pedacito de caña de pescar (por lo menos parecía eso para mi).
En los asientos había acomodado un montón de equipos y cientos de cables cruzaban por doquier.
Nos miró he hizo su habitual seña soltando la mano derecha del volante. Paró frente al colegio se bajó y entró como una tromba.
Nosotros no dábamos crédito. Estaba vestido de militar. Parecía una aceituna. Arrugada si, pero aceituna al fin.
Nos llamó la atención que no tuviera ni armas ni jinetas de grado.
Al momento salió de la dirección, subió al taller y bajó con todos los equipos de radio que allí estaban. Nos miró, movió sus largas cejas y solo dijo. Hablen con Masa (el director) yo ya vuelvo.
Yo no pude verlo, pero un compañero aseguraba que entre los equipos había visto un FAL (Fusil Automático Liviano) y una pistola nueve milímetros. También un machete y un hacha de cabo largo.
Cuando sonó el timbre y entramos, todo era silencio y muchos ceños enjutos. Nadie dijo nada y menos preguntamos nosotros.
Pasamos al taller y pronto de apareció el director. Solo dijo. El ingeniero Rivero no va a estar unos días. Hagan el trabajo pendiente y cuidado con la disciplina. Cousillas ud. controla. Dió media vuelta y se marchó.
Como un tren salí tras él. Que sucedía, que estaba pasando. Por que razón no venía el viejo? Cómo, que, donde, cuando. Nada dio resultado. Emilio cerró la puerta de la dirección tras él. A los dos segundos volvió a abrirla y espetó. Te dije que controlaras. ¿Que se supone que estás haciendo?
Todo el día la pasamos mal, nadie daba cuenta de nada. Solo escuchamos en LT 11 Radio Provincia de Bs. As. que las tropas armadas argentinas habían sido movilizadas en pos de la defensa del país SIC.
¿Que significaba eso, nadie lo sabía? pero todos creíamos que nada bueno era.
Dos días hicimos las cosas por automatismo; hasta que Masa (el director) me llama a la oficina. Cousillas, traiga el mate y venga. Ahora. Ya.
Dos minutos después, entraba sin golpear. Me acomodé en el escritorio que me era tan particular y di inicio a la rueda del mate.
Además de Emilio, estaban Tesari, Pellegrini e Ioma. Todos profesores de taller.
Gordo, dijo Emilio. La cosa está fulera. El ingeniero Rivero fue combocado por el gobierno nacional para prestar servicio en algún lugar dela cordillera. No se sabe donde y menos hasta cuando.
Fue reclutado porque como es radioaficionado y pertenece a la Defensa Civil Nacional; tiene que prestar su servicio. Pero nadie asegura que no le apaguen un tiro.
Me quedé helado. Un tiro, al pobre viejo un tiro. ¿No es que va para hablar por radio? ¿Cómo le van a pegar un tiro?
Solo cruzamos suposiciones y mates. Para cuando había pasado una hora me despidieron bajo juramento de alumno bueno, de que no hablaría con nadie sobre ello. Claro dije y con lágrimas en los ojos subí al taller.
Pasaron al menos unos 45 hasta que volvimos a verle. Estaba flaco y chupado en sus facciones. Tenía una barba de varios días pero estaba sano y salvo. Su auto estaba cambiado, los colores que traía no eran los que lucía al irse. Era tierra de la cordillera.
Nos encontró en el recreo así que todos fuimos a saludarle. Solo atinó a decir. Esperen a ver que traje. Mañana lo usamos en clase.
Al otro día, hasta el más atorrante estaba allí esperando para ver que era eso nuevecito que había dicho.
Subió entre aplausos y vítores de alegría, con la complacencia de todos sus pares y la sonrisa de los alumnos. Cuando hubo entrado al taller, le recibimos con mate y bizcochos de grasa.
Solo dos segundos después abrió la caja. Era un nuevo equipo de radio un Yaesu FT 707 que el mismísimo ejército le había regalado. Se lo dieron cuando se fue, pero no lo quizo usar. Lo guardó para los alumnos de la técnica.
Eso, ropa, carpas, binoculares, estufa y mecheros, todo para estar en lo alto del país, velando por nuestra seguridad.
Nos dió detalles de todo pero, primero juramos no hablar de eso con nadie. Solo podíamos decir, que como radioaficionado, el había cumplido con el llamado de la patria.
Si nos aclaró, pese a ser ateo, que gracias al Papa y al Cardenal Samoré, no entramos en guerra. Teníamos que rezar por esos tipos. Se portaron muy bien.
Con los años supimos más del asunto, nos interiorizamos sobre detalles que antes eran top secret. Ahí, en ese momento, supimos lo cerca que había estado de no volver.
Francisco Rivero, LU5DZT, había puesto todo a su alcance para salvaguardar la seguridad de nuestro país. Nosotros, sus alumnos, podríamos seguir nuestro rumbo a la adultes, gracias a él.
Al fin y al cabo solo había hecho lo que tantos otros radioaficionados en ese momento. SERVIR

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